¿La victoria del miedo?
El asesinato del fiscal Cesar Suárez cierra o empieza un ciclo en el que se puede percibir las diferencia entre el temor y el miedo. El primero es de impacto inmediato y culmina como un estallido, mientras que el miedo es una sensación que se expande y puede permanecer en el tiempo como es el caso de una epidemia. El temor , en su caso, tiene las características del estallido de un trueno que según José Joaquín de Olmedo, imaginando la batalla de Junín, exclamó que es un fragor que retumba y sordo se dilata por la inflamada esfera.Del miedo en el Ecuador se puede anotar que se expande hasta que, los últimos sucesos – ataque a TC Televisión y el asesinato al Fiscal Suárez- se acrecentó a niveles de alta peligrosidad, ante los cuales los retorcidos estados de excepción empezaron a ser gastos de intimidación cercanos a la burla ciudadana y alejados de alcanzar la anhelada paz y tranquilidad .Para estudiar la profunda crisis que experimenta la comunidad nacional, surgen ejemplos históricos de América Latina de pavoroso recuerdo. La República Oriental del Uruguay inició un ciclo de represión continental con el presidente Bordaberry que se extendió hacia los otros países con Argentina, Brasil y Chile. Ese mandatario fue electo democráticamente y con el apoyo de las fuerzas armadas se convirtió en dictador que luego fue defenestrado. El caso viene a la memoria pues dada la situación de insurgencia criminal que vive el Ecuador es evidente que crece el apoyo y por ende la dependencia de las Fuerzas Armadas.
La situación del Ecuador ya no es solo política sino que se extiende al ámbito institucional que sostiene a la democracia, sin que se perciba en el sector político un accionar ante tan grave acción y solo se concentre en detener las aspiraciones de medidas económicas del gobierno y pensar en las elecciones generales del 2025.Lamentablemente en la agenda pública no se percibe la complejidad del caso y no existen indicios de partidos, movimientos o líderes que puedan proponer alternativas viables y con apoyo popular. Pareciera que en la agenda nacional solo existe una disputa de protagonismo entre el correísmo y el anti correísmo. Con estos elementos se puede afirmar que el miedo nos agobia y que solemos confundirlos con el temor que solo genera tempestades en las épocas de lluvia o cuando amenaza El Niño. Pero es, en este preciso momento cuando el sentido de unidad debe avivarse y contribuir a que la crisis que atravesamos pueda ser subsanada en la brevedad, solo así, habremos ganado la batalla al miedo, solo así sentaremos las bases de la reconstrucción de un país que la espera con urgencia. El miedo jamás vencerá.